Las grosellas son unas frutas del bosque que, a pesar de ser menos conocidas que otras como los arándanos o las fresas, tienen mucho que ofrecer. Si quieres conocer algunas curiosidades sobre estas pequeñas frutas, sigue leyendo.
Las grosellas pertenecen al género Ribes y se cultivan en diversas partes del mundo, como Europa, América y Asia. Se cree que su origen se encuentra en las regiones del norte de Europa y Asia, donde crecen silvestres en zonas boscosas.
Se sabe que los antiguos romanos y griegos ya conocían las grosellas y las consumían tanto frescas como en conserva. También eran populares en la Edad Media, donde se les atribuían propiedades medicinales.
Existen diferentes variedades de grosellas, pero las más comunes son las negras, rojas y blancas. La variedad negra es la más dulce y se utiliza con frecuencia para hacer mermeladas y jarabes. Las grosellas rojas son más ácidas y se utilizan en la preparación de postres y bebidas, mientras que las blancas son las menos dulces y se utilizan principalmente para decorar platos.
Las grosellas son muy ricas en vitamina C, una sola porción de 100 gramos de grosellas aporta alrededor del 40% de la cantidad diaria recomendada de esta vitamina. También contienen vitamina E, vitamina K, ácido fólico y potasio.
Además, las grosellas son muy bajas en calorías, con solo 30 calorías por cada 100 gramos. También son ricas en fibra, lo que las convierte en una excelente opción para las personas que buscan perder peso o mantener una dieta saludable.
Por su alto contenido en vitamina C y otros antioxidantes, las grosellas tienen una serie de beneficios para la salud, como:
Además, algunos estudios sugieren que las grosellas pueden tener propiedades antiinflamatorias y anticancerígenas.
Las grosellas tienen un sabor ácido y dulce a la vez, lo que las hace muy versátiles en la cocina. Se pueden utilizar frescas o en conserva, y aquí te mostramos algunas formas de incorporarlas a tus platillos:
Las grosellas se cosechan en verano, cuando están maduras y han adquirido su característico color. Es importante evitar sobrecargar los racimos de frutas para que no se dañen.
Para almacenar las grosellas frescas, es recomendable mantenerlas en el refrigerador en un recipiente de plástico bien cerrado. También se pueden congelar para prolongar su vida útil.
Por último, te dejamos algunas curiosidades sobre las grosellas que quizá no conocías:
En resumen, las grosellas son unas frutas del bosque muy nutritivas y versátiles que tienen mucho que ofrecer en la cocina. Además, cuentan con una interesante historia y una serie de beneficios para la salud. Si aún no las has probado, ¡anímate a hacerlo!